En el proceso de larga duración de casi 500 años, la aldea de Manquemapu se relaciona solo indirectamente con las acciones de conquista española, aunque resulta completamente heredera de complejos problemas: económicos, derivados de la expansión del capitalismo y la explotación subsecuente; políticos, de dominación e incluso exterminio; sociales, de la subalternización, marginación y desplazamiento. También intervienen fenómenos culturales, producto de la hegemonía de la cultura europea, derrota y negación.
Pero en el mediano plazo, interviene con mucho más vigor un proceso de dominio político del Estado nacional chileno que subvenciona el traslado de colonos en desmedro de la comunidad indígena, acción legitimada por un programa político e ideológico que concibe al subsistema nacional en expansión. Más específico, que el anterior, este proceso será de unos 60 a 70 años. A partir de mediados del siglo XIX, la presión sobre las comunidades indígenas del valle central de la actual Región de los Ríos y de Los Lagos, se acentuó de manera irreversible debido a sucesivas oleadas de inmigrantes.
Agobiados por este proceso neo colonizador estatal, algunos williches del valle central de nuestra Región debieron sentir la presión demográfica de la llegada de germanos desde 1850 hasta fin de siglo; de inmigrantes franceses, en el cambio del siglo XIX al XX y todavía, con la llegada de árabes sirios, comenzado el siglo XX.
De este modo, la fundación de Manquemapu durante la primera década del siglo XX, se debió al esfuerzo de al menos Juan Antonio Loi, su fundador, y también al de un grupo de familias Huilliches que se deslocalizan no tan “voluntariamente”, aunque quizá como respuesta a un pulso vital de un pequeño grupo de hombres y mujeres que solo deseaban vivir en paz. Pero esta misma decisión igualmente, también puede ser interpretada como un verdadero acto de resistencia. No planificada (WALLERSTEIN, 2007, p. 270).