El refinado trabajo de sus puertas, como las molduras de las ventanas son piezas únicas; no existen otras en la ciudad. Tal vez, el arquitecto y constructor inteligente puso lo mejor de su creatividad en la hermosa fachada orientada hacia el sur, sabiendo que podía resistir el riguroso clima sureño; la lluvia y el sol apenas lograría dañarla con el paso de los años.
En un comienzo esta casa perteneció a doña Esperanza Capel según figura en el listado de los primeros 32 propietarios que se establecieron en la ciudad.
Seguidamente, y por corto tiempo el dueño fue don Adolfo Schell, un participativo vecino que integró varias instituciones locales.
Para conocer más a fondo la historia de este patrimonio, hemos entrevistado a Rafael Mutizabal Subiabre, descendiente directo de este numeroso clan familiar que por más de 50 años habitó la residencia. Él nos cuenta, que en el año 1931 la casa fue comprada por su abuelo materno don Julián Subiabre González, casado con doña Rosaura Vera Cárdenas; este matrimonio tuvo seis hijos, entre ellos sobresalen tres distinguidas profesoras que fueron pioneras en las escuelas de la ciudad: Lustiana, Celia y Juana Rosa.
IMAGEN: Detalle de la artesanía de puerta.
En la entrevista nos relata que su tía Lustiana, la mayor, estudió en la Escuela Normal de Concepción, y junto con su hermana Ana Celia educaron a generaciones de niñas hasta que las dos jubilaron en la Escuela Nº 3. En tanto que, Juana Rosa primero fue profesora en Corte Alto y luego en el Liceo de Hombres de Osorno donde enseñaba la asignatura de historia. Mientras que el único hijo hombre, Rafael Subiabre llego a ser el primer jefe de Correos y Telégrafos.
Entusiasmado con el diálogo, Rafael nos cuenta que su tía Ema, la penúltima de los hermanos tenía talento para el piano, y Ernestina Subiabre la menor se casó con el que fue su padre, Víctor Mutizabal Sotomayor; éste ejerció por muchos años como Oficial de Registro Civil.
Como en todas las familias que cultivan el interés por el saber, el clan mantuvo el acervo de sus ascendientes, tanto así que en la generación sucesora, los Mutizabal Subiabre, tres de ellos: Víctor, Amilcar y Guido continúan la tradición por el magisterio, aún más, se casaron con profesoras.
Como esplendido patrimonio, y de propietarios instruidos, la residencia también acogió a cientos de estudiantes que buscaron el saber en la figura del profesor Víctor Mutizabal; muchos recordarán que incluidos los días festivos atendía en forma entusiasta a sus alumnos.
En los años 90 la casa fue adquirida por la Municipalidad y allí primero funcionó el CEIA – Centro de Educación de Adultos Integrada de Purranque. Además se habilitó para Casa de la Cultura y actualmente alberga la Biblioteca Municipal.
La memoria, y tal vez el espíritu de sus primeros moradores no quiere extinguirse. La casa Mutizabal debe ser restaurada y preservada para las futuras generaciones.
Entrevistas
Rafael Mutizabal
Fuente:
Blog personal de Victor Burgos, Purranque ciudad, 05 de febrero de 2015; artículo publicado con el consentimiento del autor.